7 feb 2014

El Rock en México (1955-2010)

- "Todo lo que fue volverá a ser y todo lo que es dejará de ser"-    Proverbio náhuatl

Haciendo una pequeña digresión que me acerque a un porqué de mi elección de hacer el estudio de las Relaciones Internacionales como vocación y futuro modo de vida, me llega a la mente un hecho fundamental: Mi temprana inmersión dentro del conocimiento de la escena musical popular del Siglo XX. Y no me cabe la menor duda de que ello fue un motivo de gran fuerza.

¿Se imaginan? Al escuchar las propuestas iniciales del Rock and Roll dentro de Estados Unidos (EE.UU.) y al darse cuenta la segmentación de un Chuck Berry o un tal Buddy Holly dentro de distintos sellos discográficos, hace reflexionar sobre los problemas segregacionistas que la Unión Americana tuvo que sortear en gran parte de su historia como Estado-Nación. ¿O qué tal los festivales multitudinarios que se realizaron a finales de la década de 1960 en donde se pregonaban discursos de amor mutuo y fin a la guerra? Siendo pequeño me tuve que preguntar qué guerra era la referida, al poco tiempo me lo haría ver Country Joe and The Fish con un tema de protesta: Su nombre era Vietnam Song. El aparecimiento del Punk Rock en la década de 1970 como resultado del final de los llamados "Estados Benefactores o de Bienestar"; el surgimiento de la Music Television (Mtv) como símbolo de la cultura consumista de 1980; 1990 y los adelantos tecnológicos para la grabación, reproducción y ejecución de la música... Y el presente, matizado de nostalgia por el camino recorrido junto con un porvenir plagado de propuestas; cada una de ellas con su respectivo "mestizaje" dentro de ciertas zonas del globo.

Habiendo sorteado ya una introducción que resuma la relación, casi simbiótica, de mi gusto por la música y mis estudios, llegué a un término clave dentro del andamiaje de este escrito: "El mestizaje". Pues si bien la escena principal del rock and roll fue acaparada por EE.UU. y el Reino Unido, la periferia mundial no estuvo exenta de las repercusiones culturales, artísticas y sociales del género en mención. Es así como llegamos a México y una conmemoración gráfica-sonora de sus, actuales, 54 años, en la exposición temporal: "El rock en México 1955-2010", dentro del Museo del Objeto del Objeto (MODO) ubicado en la colonia Roma.

Cinco décadas marcadas de particularidades; distintos contextos históricos, políticos, económicos y sociales que determinaron las modas y modos de convivencia. Iniciando por 1950 y 1960 como un periodo de tiempo en que la sociedad mexicana se desarrollaba económicamente hablando, fruto del "Milagro mexicano", en conjunción con un estricto resguardo de moralismos y tradicionalismos; musicalmente hablando era "la era del cover", algunas veces adaptados a nuestra lengua materna y en otras interpretados en el idioma inglés. La correlación entre el férreo control gubernamental y una nueva actitud de rebeldía en la juventud vendría a finales de 1960; ahora con amplitud en las tendencias de consumo, la "liberación" de la mujer con movimientos feministas y la aparición de las pastillas anticonceptivas, aunado con la influencia que tuvo la Revolución Cubana dentro de los círculos intelectuales, académicos y del estudiantado universitario, daría cabida a la cerrazón de la moral contra las nuevas expresiones; poco a poco dentro de la escena del rock se abrirían paso los grupos que con ideas y letras propias marcarían la entrada a 1970. De la exposición puedo rescatar el increíble acervo gráfico de dicho periodo; entre ellos boletos, propaganda e imágenes: Épico fue ver un ticket de una de mis bandas favoritas, The Byrds, en una presentación en México, llevada a cabo en el Estadio de la Ciudad de los Deportes en 1969; otro auténtico alimento a mi espíritu fue tener en frente de mí un bajo Fender Precision antiquísimo, jamás olvidaré la maquinaría de dicho instrumento: "Con los engranes de la maquinaria por fuera", pensé.

He aquí donde se alcanza una auténtica línea divisoria que marca un antes y un después, musicalmente y socialmente hablando: "El fetival rock y ruedas de Avándaro", año 1971, Estado de México. Inicios de la administración de Luis Echeverría Álvarez; había terminado "el desarrollo compartido", antes remarcado, e iniciaba una gestión que a sí misma se asumía en un papel de benefactora y conciliadora con los sectores previamente agraviados..., por supuesto, para nuestro menester (el rock and roll mexicano), eso no se cumpliría al escucharse en una transmisión directa del festival lo siguiente: Una mentada de madre. Tal grito fue el motivo de la desaparición del Rock and Roll en la vida pública del país, relegando a gran cantidad de agrupaciones a lo "subterráneo"; es decir, a escenarios ubicados en la zona periférica del Distrito Federal. Inclusive, y en otro orden de ideas, podemos incluir el manejo de la política exterior de LEA como un aspecto que no solo modificó la vida política-social interna, sino, también, el manejo que la música tuvo en cuanto a proyección y promoción. ¿De qué servía enaltecer a gran cantidad de artistas folcloristas de la región sudamericana si, a la vez, se mantenía a raya las expresiones musicales juveniles en México? Candil de la calle, oscuridad de la casa. Tal dicho no podría ser más afín a las intenciones de nuestro ex presidente; sin duda se agradeció su intento de liderazgo para el denominado "tercer mundo", no obstante, no fue lo suficientemente coherente con la proyección del acontecer nacional. Hoyos funky, la década de 1970 hasta mediados de 1980 se resumió a tal término. ¿Qué rescaté de la exhibición del MODO? Documentos de la ya extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS), dependiente de la Secretaría de Gobernación mexicana, sobre las actividades "inmorales" que acontecieron durante la tocata de Avándaro. En efecto, aquella agencia de inteligencia gubernamental que encumbró políticamente a personajes peculiares como Miguel Nazar Haro y Fernando Gutiérrez Barrios se daba el tiempo para realizar interrogatorios a asistentes y sus respectivos familiares sobre posibles filiaciones políticas de gente que solo cometió el error de “exhibirse de manera desinhibida” y escuchar música al aire libre. Ilustrativo, en toda la amplitud de la palabra.

Transcurrirían dos periodos presidenciales y todo el trabajo realizado en ejercicios anteriores en materia macroeconómica se vendría abajo por la "petrolización de la deuda". Llegaba al poder Miguel de la Madrid Hurtado e iniciaba con un mensaje de "austeridad" en todos los aspectos de la vida nacional. Y así fue, comenzaban las recetas neoliberales que enmendarían nuestra realidad económica: Debo no niego, pago no tengo. Hasta que en la mañana del 19 de septiembre de 1985 la madre naturaleza nos sorprendió con movimientos telúricos que serían parteaguas dentro del auge de diversas Organizaciones Civiles y No Gubernamentales, para colocar un ejemplo claro. El Rock and Roll no estaría exento de tales cambios. Desde tiempos antes a la desgracia, para ser precisos hablamos después de 1982, surgían oleadas de "chavos-banda" que emulaban a los punks ingleses de la década anterior; a su vez, y acompañados de círculos de izquierda, incluidos partidos de dicho espectro político, aparecían intérpretes "rupestres" que, en verdad, predicaban con el ejemplo asumiendo una actitud e imagen realmente austera. Rodrigo González, proveniente de la región norte de México, sería el máximo exponente de tales expresiones y, lamentablemente, una víctima más del terremoto que fragmentó la capital del país. Como un trágico intercambio, Rockdrigo fue ofrecido a la Pachamama a cambio de una oleada renovada de bandas mexicanas que dotarían de ritmo y mensaje a diversas causas de la sociedad civil post-temblor. Desde las marchas en favor de reubicación de sectores sin vivienda hasta los mítines del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) en 1986, ahí hacían acto de presencia agrupaciones que labrarían un arduo camino hacia la consagración del género en los años venideros.

Y como se ha visto a lo largo de este escrito, la escena de este género musical no sería ajena a lo que la década de 1990 deparaba para la realidad mexicana: La consolidación del "libre mercado". Breves lapsos de estabilización en la economía mexicana acompañados de "errores" fatídicos que ni los mismos Chicago boys pudieron solucionar; todo ello sin olvidar la convulsión social existente en los sectores universitarios (1999) y en poblaciones indígenas localizadas en el sureste de nuestro país. Literalmente estábamos presenciando un adelgazamiento del Estado nunca antes visto; es más, tales eran los desprendimientos de instituciones estatales e inmuebles que un ícono de los Juegos Olímpicos de 1968 pronto se convertiría en foro obligado para la consolidación de las bandas de rock mexicanas, contextualizadas en la reapertura del sistema ante la música en mención. Palacio de los Deportes y el Autódromo Hermanos Rodríguez serían ahora administrados por una empresa privada, OCESA, para la organización de diversos espectáculos, algunos de ellos, nunca antes vistos. La señal era clara: la música tenía que dar un paso conjunto a las tendencias de macro consumo; ser incluida dentro de la cultura económica del mexicano al consumirla, aún más, a manera de representaciones en vivo y por uso individual en forma de casetes o discos compactos.

Por otra parte, y retomando la retroalimentación que los movimientos sociales dotaban a la composición y estructuración del Rock en México, tenemos lo que a mi parecer fue una década activa; en la cual, se "internacionalizó" la escena mexicana. Festivales pro-Derechos Humanos (incluidos los realizados a favor de la causa del Ejército Zapatista de Liberación Nacional), los inicios de los conciertos Vive Latino y álbumes como "El Circo", de la Maldita Vecindad, y "Re", de Café Tacvba, fueron tal parte-aguas de nuestro actual posicionamiento dentro del rock en habla hispana; me atrevo a decir que a la par de nuestra contraparte argentina y, a título personal más de mi agrado que la última, chilena. Dentro de los baluartes exhibidos dentro del MODO se pueden observar diversas fotografías, prendas, compact discs y gran cantidad de instrumentos musicales; en su mayoría guitarras de gran envergadura, predominantemente de marcas como Fender y Gibson.

A manera de conclusión sobre esta remarcada relación entre la vida pública de un país y sus representaciones artísticas, podemos observar cómo la música influye y se antepone al acontecer diario dentro de una Nación o un Estado; y no solo en el género del cual se expresa el presente artículo, sino en la mayoría de las propuestas de dicha arte. La música puede decirnos mucho mediante su discurso o su instrumentación de un contexto histórico en específico; por ello, y como auténtico soundtrack de la posguerra, el Rock and Roll ha sido continuo relato desde mediados del siglo pasado. Y México no ha sido la excepción, si consideramos nuestra vecindad con los EE.UU. como un factor de gran peso de aculturación; así como, por colocar un ejemplo más, en la música Rock argentina y chilena encontramos cierta influencia de corrientes inglesas debido al largo devenir histórico entre dichos países.

Hasta el día 16 de febrero del presente año se tiene como plazo para visitar esta exposición en el Museo del Objeto del Objeto, ubicado en la calle de Colima 145, colonia Roma, de la capital mexicana. No dejen pasar la oportunidad de disfrutar el inmenso acervo que se presenta, fruto de un arduo trabajo de recopilación.

Por: César Montoya Morales  @CMontoyaParra
Relaciones Internacionales - UNAM / FES Aragón
4to. semestre