1 mar 2014

China medieval: herencia invaluable para Occidente

“Cuando China despierte, el mundo temblará.” -  Napoleón Bonaparte [1]

“En el mundo actual, toda cultura, toda literatura y arte pertenecen a una clase determinada y están subordinados a una línea política determinada. No existe, en realidad, arte por el arte, ni arte que esté por encima de las clases, ni arte que se desarrolle al margen de la política o sea independiente de ella…” – Mao Tse Tung

¿Qué tan acertada será esta aseveración de Bonaparte sobre una China, en su tiempo y según su apreciación, en estado somnífero? ¿Desconocía acaso las múltiples innovaciones chinas que forjaron y enriquecieron el actual modo de vida e, inclusive, a diversos artículos de carácter bélico? El propósito del presente ensayo es ese, desempolvar un poco de información sobre la gran cantidad de legados materiales que la civilización oriental aportó a la causa del desarrollo humano.
           
Dentro del ámbito militar, hemos sido testigos de una gran capacidad de destrucción y, paralelamente, de transformación por parte de dicha industria; no obstante a esta gran revolución occidental en cuanto a creación armamentista, China fue el parteaguas de gran parte de los instrumentos y tecnologías castrenses actuales. Algunos ejemplos son el uso pionero del arco y, posteriormente, de ballestas para el combate; con la adaptación de dispositivos que permitían el disparo secuencial de flechas, ideando las primeras armas automáticas de la historia. El uso, y creación, de la pólvora fue de igual manera aportación china. Blindajes con el uso de papel elaborado especialmente para el soporte de flechazos; aplicaciones de corrientes aéreas para idear los principios de las futuras aeronaves; la ingeniosa, aunque desafortunadamente aplicada, granada de fragmentación consistente, en aquellos tiempos, de flechas, entre otros conceptos más, son cimientos con los cuales ningún conflicto armado se puede explicar en nuestros días. Todo ello utilizado mucho tiempo antes que en Europa.
            
Y si se trata de adelantos que superaron lo hecho, o no realizado, mejor dicho, por los pueblos europeos, habremos de recalcar que toda esta exposición de fuerza no tendría cabida sin un proyecto de navegación de gran envergadura por parte de China; la cual, cabe resaltar, nunca tuvo intenciones de intervención dentro de otros reinos, sino intenciones comerciales, en menor medida gracias al desdén del Confucianismo hacia esta práctica, y de mera investigación científica y geográfica que sin duda enriqueció a la cultura y conocimiento que actualmente conocemos; que al mismo tiempo sirvió de referencia para las futuras, muy futuras, expediciones de Colón, Magallanes o De Gamma, por mencionar algunos ejemplos arquetípicos de excursionistas europeos. 
            
Dentro de la obra de Gavin Menzies, historiador de referencia obligada para una básica inmersión en la China medieval, [2] se menciona las incursiones del emperador Zhu Di y sus inmensas tripulaciones de eunucos[3], dirigidos por Zheng He, su último aliado y gente de confianza para la realización de las expediciones. Sin duda la historia que circunda a ese año mítico, 1421, es apasionante por el vasto reflejo que la pluma de Gavin da al lector a lo largo de la lectura; no obstante, hay que recalcar lo siguiente: Tales incursiones no eran las primeras, puesto que desde seis siglos antes habían ya comenzado los viajes de los grandes juncos chinos.
            
De hecho, en la misma inauguración correspondiente a Zhu Di de la Ciudad Prohibida, se relata la invitación a líderes de reinos árabes y de territorios cercanos como una muestra fehaciente del poderío que el imperio Ming había logrado hasta ese entonces; cabe destacar que ningún representante europeo hizo acto de presencia, pues en China se tenía poco interés de interactuar con civilizaciones atrasadas de aquella época.
            
La caída, imprevista, de la Ciudad Prohibida con directas repercusiones en contra de la continuación y fomento de las expediciones marítimas, relatos sobre la calidad inigualable y la incomparable maniobrabilidad de los juncos, aunado a un bien elaborado informe de la notable influencia de la cartografía china en las actuales representaciones gráficas del mundo son algunas de las características innatas de este libro.
           
En cuanto a una somera descripción y conclusión sobre el legado chino para la cultura occidental actual, podemos mencionar los siguientes aspectos:
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     La variedad innumerable de adelantos en materia militar; con la cual, no se concibe el actual funcionar de dicha industria, con repercusiones políticas, geopolíticas y económicas para gran parte del globo, reiterando su importancia para los países desarrollados de Occidente;

·         La cartografía y con ella una historia oculta que, hasta el momento, en numerosos sistemas de educación actuales se omite de manera deliberada; incursiones y descripciones que para la época se piensan titánicas son una realidad y muestra clara de que las civilizaciones consideradas como periféricas tienen la misma importancia histórica para su estudio como las europeas;

·    Elementos como la inscripción de estelas para la adjudicación de descubrimientos; el comercio interregional y las labores que actualmente consideraríamos como aduanales entre China y diversos puertos – para ejemplificar, el estrecho de Malaca, entre Indonesia y Malasia –; la aplicación de la llamada Diplomacia Horizontal dentro de la transportación de líderes para su guía a las celebraciones inaugurales de la Ciudad Prohibida, son solo algunos de los aspectos que pueden vislumbrar una nueva enseñanza de la historia; una historia con las dos caras de la moneda disponibles para quien así lo desee.

“Todos los países que están más allá del horizonte y en los confines de la tierra se han hecho súbditos, y hasta los más occidentales de los países occidentales o los más septentrionales de los países septentrionales, por muy lejos que puedan hallarse” [4] Así se plasmaba este pensamiento de Zheng He en una estela ubicada en Ch’ang Lo, China, durante el año de 1431. Actualmente China con una pasividad templaria ha repuntado dentro de la escena política y económica internacional, lo que nos llevaría, una vez más a interrogar: ¿Habrá sido premeditado el largo sueño chino que vaticinó Bonaparte? ¿Algún día, acompañado de este repunte chino como potencia emergente, se velará por una nueva redacción de la historia mundial?

REFERENCIAS RESTANTES:
·         La antigua China: Los maestros del viento y Armas personales. De la cadena Hostory Channel.

           




[1][1] Safire, William (1993), Safire's New Political Dictionary, Oxford University Press, New York.
[2] Menzies, Gavin. 1421: El año en que China descubrió el mundo. Editorial DeBolsillo, 2005. Pp. 29-144.
[3] Personajes de origen mandarín que prestaban apoyo a las múltiples expediciones a mar abierto, ellos con una historia peculiar que recomiendo al lector incursione.
[4] Menzies, Gavin. Op. Cit. P. 25.



Por: César Montoya Morales
Relaciones Internacionales / FES Aragón - UNAM
4to. semestre