“Canto
que ha sido valiente siempre será canción nueva…” – Víctor Jara / Manifiesto –
Y
mediante tal manifiesto, la música de Jara ha perdurado hasta nuestros días.
Tanto es así que en la más reciente visita de Bruce Sprigsteen a la capital
chilena se entonó al unísono dicho tema como un tributo no solo al ícono de la nueva canción chilena, sino a la misma
cultura musical del hermano país sudamericano.
¿Procesos
de mundialización hicieron que el intérprete de Born in the USA retomara la canción de Jara? Por supuesto, así como
la misma Joan Baez, próxima a visitar a Chile, se considere admiradora
declarada de la vida y obra de Violeta Parra; por enunciar un ejemplo más de
esta gran difusión de la música chilena alrededor del globo.
¿Ha
sido suficiente la difusión musical nacional chilena? Por los resultados antes
mencionados parecería que la respuesta es afirmativa; sin embargo, actualmente,
y ante la llegada de una renovada administración de la presidenta electa
Michelle Bachelet, se debate entre la opinión pública la posibilidad de aunar
la música de todo tipo de género y las radiodifusoras en un convenio que parece a simple vista simple:
20% del total de la música difundida por radio debe ser enteramente de origen
chileno.
No
obstante a que entre la comunidad artística se respiran bríos de libertad y
alegría por las implicaciones que podría tener esta medida en la difusión de
trabajos 100% nacionales, existen reticencias por parte de la Asociación de
Radiodifusiones de Chile (ARCHI) que son tomadas por sus contrapartes como
infundadas y que, a su vez, implican un freno a las actividades que el Consejo
de Fomento de la Música Nacional tiene por encargo, como la ley que esta es,
que aplicar.
Cabe
resaltar que tal Consejo surge de una iniciativa gubernamental del año 2004
(durante la administración de Ricardo Lagos Escobar): la ley 19.928 [1].
En dicho documento de ocho cuartillas se describen los procesos a tomar en
cuanto a difusión musical y la organización del Consejo a nivel interno; además
de resaltar los esfuerzos y contribuciones con premios a la música nacional y,
cosa importante también de enfatizar, las obligaciones que el Estado chileno tiene
para la causa musical. Por ejemplo, el hecho de resaltar obras sonoras dentro
de actos oficiales e, inclusive, la difusión que en diversas representaciones
diplomáticas se debe dar a las creaciones nacionales al exterior.
Así
mismo, y parte vital del debate, aparecen dentro del escrito, en el título IV, los
porcentajes obligados de música chilena que las radiodifusoras y televisoras
tendrían que ceder a su programación; que en aquellos tiempos rondaba en un
pequeño 8%. Hasta que en 2010 se propuso, por parte de Enrique Estay, diputado
chileno, el aumento al 20% de esta difusión artística.
En
efecto, la propuesta pasó casi cuatro años dentro del tintero. Hasta que con la
llegada de una nueva situación política en Chile y gracias a intervenciones
desafortunadas de la ARCHI mediante discursos sobre “imposiciones” a la libre
determinación de la programación radial, se retomó el tema en vísperas de su
votación en este mes de marzo.
¿Será
suficientemente válida la postura de la ARCHI en cuanto a esta libertad de
programación? Se piensa, y me uno a la corriente, que no se puede postergar más
una resolución a favor del incremento en un 20% a la difusión de música chilena
en las distintas estaciones de radio del país austral. Sostengo el argumento en
cuanto a que la libre determinación de contenidos no será cuartada, puesto que
la música chilena, al igual que en el resto de América Latina, es tremendamente
diversa; de esta manera, las radiodifusoras no verán cambios radicales en las
tendencias a las que cada una sean afines.
Sin
duda, tal vez, sí haya un sector que no vea con buenos ojos el aumento del
porcentaje: la industria transnacional musical que impera con contenidos
anglosajones. Y, cabe agregar, que tal comentario no pretende de ninguna forma
menospreciar el legado que tales expresiones han dado a la cultura universal
contemporánea (que dicho sea de paso, es grande la cantidad de artistas o
agrupaciones chilenas que interpretan en el idioma inglés).
Instrumentación;
géneros como el jazz, blues, rock and
roll, pop, hip hop, etc; y demás contribuciones, son íconos de una
aculturación que, bien o mal, los latinoamericanos nos hemos dado a la tarea de
complementar y mestizar con expresiones propias. Expresiones que por sí solas
logran fenómenos de internacionalización y que en regiones extranjeras son
mejor preciadas en comparación con lo que acontece a nivel nacional; la verdad
sea dicha.
Habremos
entonces de mirar a demás incursiones para la difusión musical nacional dentro
de otros Estados latinoamericanos. La ley
de responsabilidad social en radio y televisión, o ley “resorte”, se aplica en Venezuela desde el año 2004; tal
dictamen consiste en la difusión radial de un 50% de música nacional y
establece que dentro del porcentaje restante, extranjero, un 10% corresponderá
a música latinoamericana o caribeña. La
ley de servicios de comunicación audiovisual, rige en Argentina desde el
2009 un 30% mínimo de difusión musical nacional, añadiendo una cláusula que
exige que la mitad del último porcentaje en mención sea de propuestas
artísticas independientes.[2]
Restará
esperar el desarrollo del debate dentro de los recintos legislativos chilenos y
una eventual resolución en este mes; se gestan actualmente diversas
manifestaciones populares y artísticas que busquen presionar de manera externa
a los congresos y logren así un fallo favorable a la causa de la industria sonora
chilena; la industria creadora y trabajadora de la música, claro está.
Habremos
los mexicanos de mirar un poco más hacia el sur para rescatar este tipo de
gestas en favor de la educación a través de las artes. Aspecto que durante las
últimas administraciones educativas en México se ha dejado un poco de lado,
para defender una postura extraña de medir los índices educativos
cuantitativamente…
La
moneda de la diversidad cultural está en el aire; brindémosle el apoyo
suficiente mediante la costumbre de la práctica artística, en aras de que la patria tenga bien puesto su corazón[3].
[1] Ley No. 19.928 sobre fomento de la música
chilena. Publicada en el Diario Oficial del 31 de enero de 2004. Ministerio
de educación / Subsecretaría de educación.
[2]
Consultado dentro de la
siguiente nota: http://rocknvivo.com/2010/09/03/20-por-ciento-de-musica-chilena-en-las-radios/
[3] Vals de la educación para todos. Inti Illimani.
Canto al programa. 1970.
Por: César Montoya Morales (@CMontoyaParra)
Relaciones Internacionales / FES Aragón - UNAM
4to. semestre