19 jul 2013

El gasto Público en la educación de los mexicanos

Nuestro Sistema Educativo Nacional es un vivo reflejo de la lógica partidista y corporativista con la que se configuró el México posrevolucionario. La demanda de oportunidades educativas era enormemente eclipsada por las condiciones tan precarias en las que se desenvolvió el grueso de la población tras el largo –y poco productivo en materia educativa— periodo del Porfiriato. Si bien tuvo sus intermitencias como los años de Vasconcelos configurando el sistema educativo mexicano con una creciente oferta cultural, o el Cardenismo con la impartición de una educación meramente socialista, la realidad es que la cobertura educativa en nuestro país siempre ha sido limitada.

Para el año 2008 el porcentaje de mexicanos que contaban con educación primaria terminada era de un 46% mientras que solo un pobre 21% contaba con el nivel de secundaria y apenas un 17% había logrado concluir sus estudios de bachillerato o equivalente, un 1% mayor que el porcentaje de mexicanos que concluyeron sus estudios universitarios. Estos primeros datos duros en parte pueden ser explicados si nos remitimos a los primeros años de la posrevolución, encontrando que gran parte del gasto público en educación tenía un claro favoritismo por incrementar la calidad y la cobertura de la educación superior mientras que la educación básica quedaba claramente fuera de la partida presupuestaria. Este hecho se explica por si solo si tenemos en cuenta que al dejar de invertir en los primeros niveles educativos tarde o temprano se tendría un déficit en la demanda de estudios universitarios. 

El proceso se invirtió a partir de la década de los setentas, sin embargo, el daño ya estaba hecho, tres generaciones de mexicanos ya se habían rezagado en los niveles más básicos de nuestra educación quedando sin oportunidad de acceder a estudios universitarios y por lo tanto obligándolos a introducirse en campos laborales precarios y mal remunerados, incrementando a su vez, el número de mexicanos en condiciones de pobreza. Por su parte, el sector de la educación media superior siguió sin presentar importancia para el gobierno al momento del reparto presupuestal repitiendo el circulo vicioso de inequidad en el acceso a una educación de calidad.

De lo anterior podemos concluir como primer error al momento de planear las políticas educativas nacionales, el mal manejo que se hace del gasto público en el rubro. En términos reales, México gasta entre un 5,0% y un 6,9% de su Producto Interno Bruto (PIB) en educación, lo que nos convierte en uno de los Estados que más invierte en la materia solo superado por países como Estados Unidos con el 7,8%, Corea con 7,0% o Dinamarca con un 7,1% de su PIB (lo que en términos absolutos es un gasto mayor al de México al ser países con un PIB mayor al nuestro pero en términos relativos, el porcentaje que México dedica de su PIB a la educación es mayor). Tenemos así que en el presupuesto de egresos de la Federación para el año fiscal 2012 los recursos destinados a la educación representaron 251,764.6 millones de pesos mientras que para el año fiscal 2013 la misma secretaria dispone de 260,277.2 millones de pesos, un incremento del 3,3% en relación con el último año de gobierno de Felipe Calderón. Este gasto relativamente enorme contrasta con el uso inadecuado que se la da. En 2009, 97,2% de lo destinado a educación se dirigió a gasto corriente, es decir, 8 de cada 10 pesos del presupuesto federal en educación fueron destinados al pago de sueldos y salarios. En 2012 ese porcentaje disminuiría en apenas 4,8%. De la totalidad de recursos destinados a la educación la Federación destina el 64%, el sector privado 21,6%, los estados 14,3% y los municipios el 0.02% lo que explica que los Estados que dedican más de sus propios recursos a este rubro son aquellos cuyos alumnos resultan mejor evaluados en pruebas como ENLACE o PISA, en contraste con aquellos Estados en los que el financiamiento Estatal es menor, como Oaxaca, Guerrero y Tabasco (últimos lugares en las mismas pruebas)

Resulta un tanto irónico que en una sociedad en la que más del 90% de los fondos destinados al sector educativo terminan como gasto corriente, las protestas sociales perpetradas por docentes con consignas de mayores recursos y remuneraciones más onerosas sean una constante dentro de la ecuación. 

Esto no quiere decir que el descontento por la baja remuneración de los profesores mexicanos sea infundado o que su principal petición no se pueda llevar a cabo, de hecho, México se ha colocado como el quinto país con peores sueldos para sus profesores de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Acorde al último informe de la SEP sobre el nivel de ingresos del docente, un profesor de prescolar con grado de licenciatura gana en promedio $7,500 pesos mensuales, la American Chamberce of Comerce Mexico la ubica dentro de las 10 profesiones peor pagadas en nuestro país junto con Enfermería, Periodismo, Historia, Nutrición y Psicología. A esto hay que sumar el hecho de que entre el mismo grupo de países pertenecientes a la OCDE, México ocupa el primer lugar con el mayor número de alumnos por profesor con un promedio de 28,2 alumnos por docente en comparación con los 14 alumnos por profesor de Estados Unidos y Finlandia (este último líder en las pruebas PISA en todas sus aplicaciones). Aun así, México sigue destinando más recursos al gasto corriente que a los usuarios finales del Sistema Educativo Nacional, los estudiantes. Nuestro gobierno destina apenas 2,875 dólares (37,600 pesos) por alumno lo que lo coloca en el último lugar con la peor asignación de recursos por escolar.

El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación por su parte, funge como la mayor fuente de corrupción que tiene nuestro sistema educativo. Pese a que no hay cifras oficiales proporcionadas por el Estado que revelen la situación financiera del gremio o siquiera con cuantos sindicalizados cuenta en todo el país, es oficial que el sindicato recibe por concepto de cuotas un aproximado de 102 millones de pesos al año habiendo pasado de poco más de 92 millones 644 mil 242 pesos en 2006.

De todo lo anterior podemos concluir en este primer apartado que uno de los problemas principales en materia educativa en México radica en el hecho de un mal uso de los recursos y la carencia de un plan de inversión y distribución de los mismos.

Ricardo Orozco
Relaciones Internacionales FES - Aragón


1) Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, El  Gasto público en Educación en America Latina ¿da resultado?; en: http://www.oecd.org/dev/41562725.pdf
2)Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, "Estudio de la OCDE sobre el proceso presupuestario en México", 2009.
3) México Evalua, "10 puntos para entender el gasto educativo en México: Consideraciones sobre su deficiencia.
4) Carlos Elizondo Mayer-Serra, "Por eso estamos como estamos: La economía política de un crecimiento mediocre", Debolsillo, 2012.