Desde
2011 Egipto se dio a conocer como la fuente de movimientos sociales más fuertes
de oriente próximo y el continente africano; con mayor participación popular y
de impacto político a considerar, se ha encontrado en la mira de la Comunidad
Internacional desde entonces. Hoy habrá que desmenuzar el conflicto de fondo
desde ese espacio histórico hasta las revoluciones recientes que colocan en
tela de juicio el rumbo que toma la Primavera Árabe, la democracia del Estado y
el papel que juegan los principales actores del conflicto dentro de Egipto: el
pueblo, el ejército y los Estados Unidos de América (EUA).
Primeramente
debemos recordar o quizá conocer aspectos políticos y culturales del Estado;
Egipto se envuelve en la magia y el misticismo de su pasado y no sólo eso, sino
de la manera en que ha tenido que desenvolverse en su presente. Con una
población en un 90% islámica sunita[1] que
soportó alrededor de 30 años (1981-2011) una dictadura encabezada por el
Presidente Muḥammad Ḥusnī Sayyid Mubārak el cual tenía a los jóvenes egipcios
en un sistema viciado de origen, donde no existían oportunidades para su
potencial y aún con la ayuda de los EEUU de 30 millones de dólares, tenía a un
tercio de la población sin saber leer ni escribir[2].
El
25 de enero de 2011 y a lo largo de 18 días el pueblo egipcio organizándose a
través de las redes sociales principalmente, y contagiados del movimiento
vivido en Túnez de características similares; decidieron levantar su voz
logrando que el 11 de febrero el entonces Presidente dimitiera de su cargo y
fuera condenado a cadena perpetua el 2 de junio de 2012[3]. Este movimiento de protesta social siempre
estuvo acompañado y respaldado de las fuerzas militares del Estado egipcio, las
cuales se hicieron cargo de la administración del mismo en todos los aspectos y
fue el encargado de organizar nuevas elecciones.
Es
menester dar el contexto de la relación que vive Estado-Ejército dentro de
Egipto. Primeramente, es importante recalcar que el Jefe de Estado siempre ha
sido Presidente y a la vez ex militar, el ejército ha estado a cargo del país
desde que derrocaron a la monarquía en 1952. Desde entonces, cuatro de los
últimos cinco mandatarios egipcios: Gammal Abdel Nasser, Anwar Sadat, Hosni
Mubarak y Mohammed Hussein Tantawi, han sido miembros de las Fuerzas Armadas y
han tenido un papel fundamental[4]. Si bien
el Ejército egipcio protegió a los manifestantes en la plaza de Tahrir y apoyó
el derrocamiento de Mubarak, desde entonces las críticas debido al control
unilateral del proceso no se han detenido. Sin embargo, el Consejo Supremo de
las Fuerzas Armadas (CSFA); siguen siendo una institución digna de respeto, un
símbolo de unidad nacional y vislumbra como el único factor capaz de llevar la
paz y estabilidad al Estado.
Existen
diferencias clave con el movimiento tunecino que para muchos es punta de lanza
en los éxitos alcanzados en la región; en Túnez la Asamblea Constituyente
define la estrategia a seguir en materia política y económica, además de que ha
logrado dejar a las fuerzas armadas en segundo plano y esto a causa de un
ejército desunido desde la Primavera Árabe que se dividió en seguridad o
policías locales que ayudaban, por defensa de sus intereses, al movimiento
social. No hay que olvidar que la ayuda internacional fue quien en verdad
encaminó los resultados de ahora y que con un ejército dividido fue
"fácil" para la Asamblea reorganizar y canalizar a las fuerzas
armadas en un proyecto de nación.
En
Egipto las cosas son muy diferentes, ya que es un ejército unido que siempre ha
tomado la última palabra en la toma de decisiones, podemos decir que sus
revoluciones tiraron a un Jefe de las Fuerzas Armadas pero no a la dictadura
que se vive por parte del ejército. La milicia controla compañías, dirigidas
por generales retirados, particularmente activas en las industrias de agua,
aceite de oliva, cemento, construcción, hotelería y gasolina[5]. Muchos de los gobernadores provinciales son
oficiales retirados del ejército y hasta antes de la elección del Presidente
Morsi, muchas de las instituciones civiles y del sector público estaban
dirigidas por ex generales.
Después
de los resultados de las elecciones convocadas por las Fuerzas Armadas
encabezadas por el Presidente Interino y Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas:
Mohamed Hussein Tantawi en junio de
2012, tras un resultado que favorecía en dos rondas electorales a Mohamed Mursi
Isa al-Ayyat, se veía venir un proceso de cambio, reformas y empoderamiento de
la democracia egipcia. Mohamed Mursi se convertiría así en el primer civil en
ocupar el cargo de Presidente y electo democráticamente.
Remarcaré
aspectos que me resultan importantes para entender de fondo la situación que
actualmente se vive en Egipto. El nuevo Presidente pertenece al partido
político “Libertad y Justicia” fundado
por los Hermanos Musulmanes. En las elecciones compitió el partido que
representaba a las Fuerzas Armadas que en el momento de la elección controlaban
el Estado, sin embargo, como ya se ha
mencionado, la credibilidad del ejército perdió fuerza al no quitarse del
ámbito político y seguir inmiscuido en rumores de tráfico de recursos, perdió.
El
partido “Libertad y Justicia” si bien ha ganado las elecciones y es una fuerza
política importante que a lo largo de casi 90 años ha intentado meterse en las
altas cámaras de gobernanza, nunca lo ha logrado hasta ahora y aun así no tiene
un peso político en el Estado debido a otro aspecto básico: la comunidad
egipcia quiere vivir como en occidente, lejos de la islamización y un Estado
teocrático[6].
Los Hermanos
Musulmanes que legítimamente han ganado las elecciones a través de su partido,
no representan más allá del 10% de la población que vive bajo cánones islámicos
arraigados y poco ortodoxos. Se presentó una campaña electoral en pro de las
reformas que encaminaran una democracia sólida, se vio separado evidentemente
por encontrarse en la oposición de los estándares militares, sumado al discurso
por parte de los Estados Unidos en contra de Mubarak y en favor del cambio de
gobierno, enviando así un mensaje indirectamente a favor de Mursi. Siendo así
Mohamed Mursi tanto para la Comunidad Internacional que lo veía como un político moderado dentro
de su partido en favor de la islamización como para el propio pueblo egipcio,
el peor de sus males de los candidatos a ser electos.
Mursi
ha sido un Jefe de Estado poco inteligente. El Presidente quitó de los cargos
más altos de gobierno sin previa negociación (al menos abierta al conocimiento
público) a los ex militares o a la junta de gobierno en transición sin hacer
movimientos estratégicos de dónde les colocaría para no propiciar un evidente
descontento de su parte. Lo cual ante los ojos del pueblo hubiera sido un gran
golpe benéfico a su popularidad de no ser porque se reemplazaron esos altos
puestos por miembros del partido que buscaban la islamización del Estado. El
ejército había decidido eliminar el parlamento y él decido restituirlo con una
orden que no se vota sino se manda como obligatoria, golpeando así la base del
gobierno bajo un nuevo orden democrático. Un mes después cesa a Tantawi como
Jefe de las Fuerzas Armadas; en noviembre de 2012 emite una nueva declaración
constitucional para ampliar sus poderes y ordena que sus decisiones no puedan
ser apeladas o revocadas por ninguna autoridad, incluido el poder judicial e
inmunidad legal para su persona[7].
El
voto popular aprueba la nueva Constitución, en la que se refuerza el papel del
Islam y la restricción de la libertad de expresión y de reunión y más
recientemente en junio, designa a islamistas a cargo de 13 de las 27
gobernaciones en Egipto; de forma polémica se nombra a un miembro del antiguo
grupo armado de Gamaa Islamiya como gobernador de Luxor.
Todas
estas decisiones tan polémicas hacen pensar a la comunidad con una visión de
gobierno occidental que han cambiado a un dictador militar por un dictador
islamista, por otro lado las Fuerzas Armadas lo han perdido todo y el Estado no
fue capaz de negociar una mejora diplomática en materia de defensa y seguridad,
ni una clara cadena de mandos, y qué hablar de la disminución de poder
paulatinamente; que son estrategias que por ejemplo a América Latina le han
funcionado.
Es
aquí cuando se genera el descontento social nuevamente y resurge TAMAROD, que
significa “rebelde o rebelión” quienes desde el movimiento contra Mubarak han
sido partícipes importantes en la enajenación de las masas mediante redes
sociales principalmente, donde su trabajo es organizar las protestas y juntar
firmas para destituir al Presidente, actualmente dicen que han reunido 22
millones de firmas que equivalen a más de un cuarto de la población.[8] Sin
embargo, los Hermanos Musulmanes lo desestiman diciendo que sólo han sido 170
mil. Sus argumentos del grupo son entre otros: que no se ha restablecido la
seguridad interna, fijan una postura en contra del reciente préstamo de 4,800
millones de dólares por parte del Banco Mundial para sanear las cuentas
públicas, servilismo aún mayor a los EEUU, que según ellos se hace evidente en
las nuevas reformas al libre mercado que ha aprendido en la Universidad del Sur
de California donde hizo su doctorado y país de donde sus hijos son nacionales.
El
primero de julio se genera un movimiento masivo que se dice superó las
dimensiones que se vivieron con Mubarak y nuevamente con el apoyo de las
Fuerzas Armadas se ha destituido el 3 de julio al Presidente poco astuto, lo
cual ha generado revueltas, heridos y muertes por los que apoyan a Mursi y sus
opositores que cuentan con el ejército que a la vez es apoyado por los EEUU en
este documento que se tiene junto con Israel de acuerdos de paz y colaboración.
Quizá
sea que el pueblo egipcio ya sabe cómo organizarse para quitar a quien está al
frente cuando no represente los intereses de la mayoría o que ha fallado en el
cumplimiento de lo prometido en campaña, tal vez sea un alboroto propiciado por
las Fuerzas Armadas que se habían quedado fuera en la toma de decisiones y,
quienes vuelven a controlar el Estado hasta nuevas elecciones bajo una
violencia que ya ha preocupado a las Naciones Unidas por esta nueva manera de exterminar
a los que profesan el Islam.
Estados
Unidos uno de sus principales aliados ha dicho que no considera que sea un
golpe de Estado sino una revolución, de decir que se encuentra a favor estaría
metiendo su mano en algo marcado como un ejercicio democrático y ajeno a él y
de decir que se encuentra en contra estaría apoyando la islamización del Estado
algo en lo que en verdad Estados Unidos ha mostrado su miedo a lo largo de los
años. Así que lo más probable es que siga su relación de intercambio de estrategia
y cooperación hacia con el ejército egipcio.
Edwin N. Vargas Plascencia
Relaciones Ineternacionales
FES - Aragón
[1]Página
oficial de la CIA. Fecha de consulta: 25 de julio de 2013. Enlace:https://www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook/geos/eg.html
[2]
“La Debacle Egipcia” por Carlos Delgado del 25 de julio de 2013.
[3]
“Militares, Civiles y Democracia en el mundo Árabe” por Rut Diamint y Barah
Mikail.
[4]
Biografías militares del mundo. Véase: Gammal Abdel Nasser, Anwar Sadat, Hosni
Mubarak y Mohammed Hussein Tantawi
[5]
Análisis de las causas del golpe de Estado en Egipto. Especial de CNN Chile con
fecha de 3 de julio de 2013.
[6] “La Debacle Egipcia” por Carlos Delgado del
25 de julio de 2013.
[7]
Diario “El País”. David Alandate. 27 de julio de 2013.
[8]
BBC Mundo: “Tamarod: el movimiento que quiere sacar a Mursi del poder en
Egipto.” Martes 2 de julio del 2013.