29 jul 2013

Las relaciones bilaterales México-Estados Unidos 1970-2013


Las relaciones entre México y Estados Unidos; desde la independencia de la Nueva España y las trece colonias, respectivamente, estableciendo los países que hoy conocemos; han sido conflictivas por naturaleza.

Hasta antes de la Segunda Guerra Mundial las relaciones entre ambos se caracterizaron por la guerra, los reclamos y una infinidad de asuntos por resolver que raramente se resolvían. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos otorgó a México una situación especial por ser una pieza geográficamente clave y de vital importancia para su seguridad. Esta tendencia en las relaciones bilaterales, aunque disminuida por el término de la guerra, continuó en cierta medida por el desarrollo de la Guerra Fría y las pretensiones de Estados Unidos de mantener alejado al comunismo.

Para 1970 la política exterior mexicana dio un giro que afectó de manera inmediata las relaciones con Estados Unidos; la búsqueda de una política exterior más activa y una diplomacia multilateral conllevó a enfrentamientos, al menos diplomáticos, con el vecino del norte. Lo que muchos analistas denominaron provocaciones innecesarias (el acercamiento a Cuba o a la China Popular, la posición de defensa hacia países del Tercer Mundo, la búsqueda del establecimiento de un orden internacional más justo…) hicieron que Estados Unidos pusiera fin a la relación especial, de por sí ya deteriorada para esta época.

A pesar de la política exterior activa, la vulnerabilidad de México se hizo latente cuando Estados Unidos tomó medidas en cuanto al comercio o turismo. Sumido en crisis económicas, México volvió al seno de las relaciones anteriores, su política tradicional aislacionista. El auge petrolero dio un nuevo impulso de confianza a México, quien creyéndose una potencia media comenzó a alzar la voz de nuevo en foros internacionales, lo cual nuevamente causó fricciones a la relación bilateral con Estados Unidos, casos como la defensa de Nicaragua o El Salvador.

El desplome de los precios del petróleo le hizo entender a México, de nuevo, que no podía fiarse de sí mismo, ya en crisis, recurrió al mejoramiento de las relaciones con Estados Unidos. Las relaciones bilaterales se enfocaban durante estos periodos, y el posterior a cargo de Miguel de la Madrid, en temas económicos y fronterizos, éstas se mantuvieron en buena forma; y un tema predominante fue el de la deuda pública.

Fue en el periodo de Miguel de la Madrid que el narcotráfico comenzó a abrirse paso en la agenda bilateral, sin embargo, no era el predominante. Conflictos como el suscitado por el asesinato de Enrique Camarena o las afirmaciones de corrupción gubernamental realizadas por Estados Unidos en cuanto a este tema fueron algunos de los asuntos a tratar.

Con la inserción de México al modelo neoliberal, su ingreso al GATT; que el rumbo de las relaciones entre México y Estados Unidos dio un giro radical, este, marcaría la línea, principalmente económica, en las relaciones durante la década de los ochentas y noventas, en los periodos a cargo de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo respectivamente.

La caída de la Unión Soviética permitió mayor movilidad a la diplomacia mexicana, la copartamentalización de temas, estrategia del gobierno de Salinas, permitió aislar los problemas de narcotráfico, si bien en ese momento México sólo era considerado como el paso de la droga y no el productor; y la migración, tratada con frecuencia de forma unilateral por Estados Unidos; de lo económico, logrando la firma del Tratado de Libre Comercio que profundizo las relaciones entre ambos países de manera impresionante.

La alineación con Estados Unidos después de la firma del TLCAN era obvia y las relaciones se mantuvieron en buen estado, hubo por primera vez una institucionalización oficial de las relaciones. El monopolio del Partido Revolucionario Institucional para Estados Unidos garantizaba la estabilidad política y económica del país; así permanecieron las relaciones hasta el año 2000.

El avance a la democracia con el triunfo de Vicente Fox vino acompañada por altas expectativas en cuanto a la relación con Estados Unidos. Con la Guerra Fría terminada, el país vecino afirmó la prioridad que México tendría en sus asuntos, el bono democrático y la afinidad entre el nuevo presidente y George W. Bush presagiaban grandes promesas, especialmente en cuanto a materia migratoria, tema en el que se estuvo a punto de firmar un acuerdo, la diplomacia mexicana se tornó en sus relaciones con Estados Unidos, alineación total que llevó incluso a roces diplomáticos con Cuba y otros países latinoamericanos.

No obstante, continuamente se presentan acontecimientos que dificultan el trato con la gran potencia hegemónica; los atentados del 11 de septiembre terminaron con la preferencia de Estados Unidos y México pasó a ocupar un papel secundario en la agenda de política exterior. Las relaciones tan promisorias no avanzaron en el rumbo debido, los temas continuaban siendo migración y narcotráfico,  adaptados sin embargo a la línea de política de seguridad internacional de Estados Unidos. México fue uno de los primeros en ser requeridos para cooperar en la lucha contra el terrorismo.

La alineación fue total, aunque en foros internacionales México desafió constantemente las políticas empleadas por Estados Unidos, un claro ejemplo ocurrió en el Consejo de Seguridad, mientras se debatía el asunto de la invasión a Irak; sin embargo el mantenimiento de una política dual aseguró el total alineamiento hacia Estados Unidos.

Con la llegada de Felipe Calderón a la presidencia mexicana, en una elección altamente cuestionada, la prioridad fue la estabilidad interna, por lo que se descuidaron los asuntos exteriores; la relación con Estados Unidos pasó a segundo plano. El narcotráfico se convirtió en el principal tema de la agenda, ahora México visto no solo como paso, sino como productor y víctima de una extrema violencia.

En 2009, la llegada de Barack Obama a la presidencia de Estados Unidos trajo amplias expectativas de cambio en la política exterior de estadounidense hacia México, sin embargo, esto no ocurrió. La crisis económica, los asuntos en Medio Oriente entre otros hicieron de México un asunto secundario para Estados Unidos. Las relaciones se mantuvieron cordiales y se establecieron programas como Iniciativa Mérida para combatir el problema de narcotráfico. Narcotráfico y migración destacaron como los ejes en la relación.

Al colocar el tema del narcotráfico en la prioridad de la relación con Estados Unidos, México quedó inserto a la doctrina de seguridad nacional estadounidense y a la subordinación de la guerra contra el narcotráfico a la guerra global contra el terrorismo. Estas tendencias fueron cuestionadas por el Presidente actual de México, Enrique Peña Nieto, y al menos en discursos se aseguró se buscaría el alejamiento de las mismas.

Sin embargo, es muy pronto para determinar si ocurrirá un verdadero distanciamiento en la alineación con Estados Unidos, o si se aplicará una política dual tan ampliamente realizada por gobiernos anteriores. La historia nos ha demostrado que un alejamiento de nuestro vecino del norte puede resultar catastrófico si no se toman las medidas adecuadas, por el alto grado de dependencia económica.

Aunque México como país no resulte de vital importancia para Estados Unidos, el conjunto de temas en la agenda bilateral sí lo son (narcotráfico, migración y comercio). Sin embargo, estos temas han sido abordados desde la óptica interna y es cuando estos asuntos rebasan la capacidad interna de Estados Unidos que México se torna en un actor relevante.

México y Estados Unidos países cultural, histórica y económicamente distintos comparten una frontera de más de tres mil kilómetros, sus vínculos van de lo económico a lo cultural pasando por muchas otras áreas y resulta imposible pretender que no existan conflictos. Esta relación singular, entre un país en desarrollo y el país más poderoso del mundo resulta única en el mundo. 

Denys Daniela Muñoz
Relaciones Internacionales FES - Aragón